Un Sevilla muy ordenado: El conjunto andaluz lejos estuvo de ser el de la final de la Copa del Rey. Estuvo intenso en la marca y muy punzante en cada contragolpe. El gol inicial de Sarabia cargó de fuerzas al conjunto de Machín que nunca se desordenó pese a que el Barça consiguió, por momentos, un buen ritmo en la circulación del balón.
Suárez, muy impreciso: Todas las jugadas ofensivas del Barça que demandaron un pase final del uruguayo acabaron mal. Pocas veces devolvió una pared como corresponde y en sus botas se perdieron varias acciones prometedoras. Es cierto que no tenía ritmo, pero hubo un contraste grande entre la precisión de Luis y la de Messi, poe ejemplo. El 10 no consiguió marcar pero se las ingenió para poner a sus compañeros varias veces en situacion de gol.
Dembélé y Ter Stegen, claves: La influencia de el francés y el alemán resultaron vitales para este título del conjunto culé. Ousmane sacó un bombazo que sorprendió al portero del Sevilla y rompió las tablas cuando el partido parecía estar para cualquiera. El meta blaugrana evitó la prórroga deteniendo un penalti lanzado por Ben Yedder.
Ritmo bajo: Si bien por momentos el Barça supo imponer su juego y generar peligro a base de intensidad en la circulación, por lo general, el ritmo fue cansino. A lo mejor esto se debe a la época del año en la que se juega este tipo de partidos, pero es un punto a mejorar. Otro de los aspectos a pulir sería el retroceso defensivo y la presión tras pérdida, uno o dos puntos por debajo de la mejor versión que supo entregar el equipo de Valverde en estos aspectos.
